El 24 de junio de 1961 el Valencia CF recibió en Mestalla al Botafogo brasileño en el primer partido de un espectacular Trofeo Naranja que, además, contaba con la participación del FC Barcelona. El conjunto culé había cedido al Valencia en préstamo para el partido a Sandor Kocsis para enfrentarse al mejor equipo sudamericano de la época, que contaba con astros del fútbol como Didí, Garrincha o Amarildo. El equipo che ganó aquel encuentro que, sin embargo, pasaría a la historia por el impacto que causó en Mestalla la actuación del medio izquierdo brasileño «Chicao». Se trataba de un jugador alto y ágil, con una velocidad endiablada y una dureza que acabó en una histórica tangana tras una entrada a Héctor Núñez. El futbolista parecía dominar todo el campo con una actitud imperial y fue tal la sensación que provocó que Vicente Peris viajó a Rio de Janeiro para acometer su fichaje, con tiempo suficiente para que se convirtiera en jugador clave en la primera Copa de Ferias.

Francisco Amancio Dos Santos, conocido en el mundo del balompié como «Chicao», se había criado futbolísticamente en las calles de la ciudad de Río. Pasó por las categorías inferiores del Bonsucesso Futebol Clube, un modesto equipo del barrio del Buen Suceso fundado en 1913, antes de fichar por el Botafogo y debutar en la máxima categoría brasileña. Llegó a Valencia con apenas 21 años, pero destacó sobremanera en la Copa de Ferias, ya que no podía participar en las competiciones domésticas. Jugó seis partidos e incluso marcó el gol que inauguraba el marcador en el empate a tres goles contra el Inter de Milán en Italia, en el partido de vuelta de cuartos de final. Realizó grandes partidos, aunque su tendencia a irse al ataque hizo que el técnico argentino Alejando Scopelli retrasara su posición, reconvirtiéndole en lateral izquierdo de largo recorrido.

Mejoró mucho en su nueva demarcación, ya que su velocidad y potencia le hacían el dueño de toda la banda izquierda. Llamó la atención de los grandes clubes, e incluso fue invitado por el FC Barcelona para participar en el amistoso homenaje a Antoni Ramallets contra el Hamburgo disputado el 6 de marzo de 1962 en el Camp Nou. Esa temporada fue la de su explosión definitiva. Asociado a José Sastre, se convirtieron en la pareja de moda del fútbol español. Marcó pocos goles, pero fueron espectaculares. En especial, uno a Osasuna desde un ángulo inverosímil y otro de falta al Real Madrid en Mestalla de libre directo que ni la barrera ni el guardameta, Vicente Traín, siquiera vieron pasar.

Sin embargo, hacia el final del curso comenzó a tener problemas en su rodilla, que se reprodujeron al comienzo de la siguiente campaña. Lastrado por las molestias y los dolores, Chicao únicamente jugó nueve partidos de Liga y finalmente accedió a operarse. Sufrió una larga y complicada recuperación que a punto estuvo de retirarle de los terrenos de juego. Marchó cedido al Levante durante la temporada 1965-1966 para tratar de recuperarse en Segunda División, pero allí se vio que ya no era el mismo jugador. Había perdido su velocidad y explosividad, y tras jugar únicamente tres partidos decidió volver a Brasil, donde la mala fortuna continuó persiguiéndole.

El 18 de agosto de 1968, al repostar con su coche en una gasolinera de Río de Janeiro, Chicao dejó en prenda al empleado una sortija y el reloj por no haber podido abonar el combustible que le había servido. Cuando regresó para pagarla y recoger los objetos dejados en prenda, se entabló una discusión entre ambos en el curso de la cual el empleado sacó una pistola y disparó por tres veces a quemarropa contra el ex-futbolista del Valencia CF, que falleció al instante. Tenía sólo veintinueve años.