Nacido en la pobblación castellonense de Jérica, Salvador Aliaga se formó en la cantera del Villarreal antes de recalar en el Mestalla, donde se convirtió en una de las mayores promesas del filial valencianista a mediados de la década de los 50. Centrocampista diestro de buena técnica y regate, tenía un duro disparo con la pierna derecha. Sus buenas prestaciones en el terreno de juego le convirtieron en la figura del equipo con sólo 20 años, por lo que en octubre de 1955 Iturraspe le dio la alternativa en un partido de Primera contra el Atlético de Madrid en el Metropolitano.

Tuvo varias oportunidades de demostrar su valía, y de hecho marcó dos goles en los cinco partidos ligueros que disputó, sin embargo, por aquella época los exteriores del Valencia eran objetivo de la ya legendaria maldición Seguí, que alcanzaba ambas bandas. Volvió al filial la temporada siguiente, donde jugó siete partidos en Segunda hasta que una gravísima lesión contra el Betis le dejó fuera de combate durante casi año y medio. Entre medias, el filial vivió el descenso a Segunda B, y Aliaga decidió buscar fortuna en el Alicante y posteriormente en el Real Jaén. Una vez retirado, se dedicó al comercio en Valencia.