José Pérez, conocido como «Forneret» porque había heredado la panadería de su madre, había jugado algunos partidos como extremo en el Gimnástico cuando el Valencia lo fichó poco después de haber sufrido un accidente en moto con el valencianista Dámaso Urrutia. Se trataba de un jugador de corta estatura pero de gran velocidad, con una arrancada explosiva, que solía dejar a sus rivales ante sus sprints. Tenía un buen disparo, aunque la puntería no era su fuerte, como atestigua el buen número de penalties fallados.

Tuvo actuaciones memorables, como el partido de ida de cuartos de final de Copa contra el Madrid en Chamartín el 15 de abril del 28, en el que marcó uno de los goles y, junto a Picolín, volvió loca a la defensa rival. Marcó 32 goles en 69 partidos con el Valencia entre 1927 y 1930, números más que destacables, pero con el cambio de década se marchó al Levante y poco después abandonó la práctica del fútbol por petición expresa de su prometida poco antes de casarse para dedicarse a su panadería. Obviamente eran otros tiempos en los que el fútbol estaba exento de la notoriedad y emolumentos que ofrece en la actualidad.