Ficha de partido: 05.03.1980: FC Barcelona 0 - 1 Valencia CF

Ficha de partido

FC Barcelona
FC Barcelona
0 - 1
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Descanso
45'
Pablo Rodríguez
51'
CarrascoRexach
66'
EstellaSánchez
66'
Pep BalaguerCarlos Pereira
75'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Camp Nou
Aforo: 99.354 espectadores
Ubicación: Barcelona (Barcelona) 
Inauguración: 24/09/1957

Rival: FC Barcelona

Records vs FC Barcelona

Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)

Crónica

La decepción ha sido de un calibre difícilmente ponderable en el Camp Nou. Ni los más desmoralizados y pesimistas incondicionales azulgranas admitían a priori la posibilidad de un desenlace como el que se ha dado. ¿Que el tanteo no ha sido justo, o, afinando más, que no refleja los méritos de unos y otros a lo largo de los noventa minutos? Es posible, sí, pero convengamos también que no se trata de ninguna rareza, los marcadores futbolísticos incurren muy a menudo en el capricho, la arbitrariedad y el desconcierto. Esta noche hemos tenido una nueva ilustración de ello.

Partiendo de la teoría, ciertamente discutible, de que cada partido es una nueva historia, un caso aparte, se podía pensar que la circunstancia de tratarse de una eliminatoria de Recopa originase un clima no habitual o también que los equipos, ante la significación del enfrentamiento esgrimieran insospechados estados de ánimo o bien recursos tácticos y técnicos reservados para según qué tipo de solemnidades. Pero no ha sido así. Es más: de haberse tratado de un partido de Liga, o de Copa imagino que los dos equipos hubiesen rendido exactamente igual. Y al decir igual quiero decir que han rendido conforme a todas las previsiones que podían ser formuladas, ateniéndonos a la marcha de ambos conjuntos en la panorámica global de la temporada, que comparte, en los dos casos una considerable mediocridad.

Se podría decir que el Valencia ha jugado «su» partido. No lo he visto así. El Valencia, sencillamente, ha jugado, eso sí, con ánimo bastante conservador y defensivo, ha jugado «a ver venir» pero también, todo sea dicho, bastante mal. Y ha tenido la suerte que a otros les ha faltado. El Barça ha jugado exactamente como era de esperar y como viene haciéndolo en los últimos partidos, con ganas, con voluntariedad, con excesivas propensiones al fútbol ornamental y totalmente inane en cuanto a capacidad realizadora. Ha sido el Barca de siempre. El de siempre pero con una circunstancia agravante.

Desde la tribuna de prensa, que nos brinda la posibilidad de ver el fútbol en dimensión planimétrica, en visión aérea y remota, como si estuviéramos contemplando el panorama desde un montgolfier, en el campo azulgrana, escaso de relieve, pálido y desdibujado, destaca la presencia de un cráter profundo, la zona en la que en buena teoría debía advertirse la presencia de un delantero centro.

Esteban, que tuvo que bailar con la más fea, que cargó con el mochuelo derivado de una imperdonable imprevisión directiva barcelonista, hizo cosas muy hábiles y muy inteligentes y su actuación, en conjunto, fue aceptable. Ahora bien, Esteban no fue ni por un momento, ni por error, ni por asomo, un delantero centro. Y pese a todas las argucias del fútbol moderno, total, o como quieran llamarle, aunque los relevos sean constantes y las posiciones intercambiables como norma, con todas las genialidades tácticas que se quiera, existe una zona, unos metros cuadrados que han reclamado y siguen reclamando la presencia de un hombre cuya dedicación, con mayor o menor brillantez pero potencialmente específica, es la de buscar el gol como un auténtico obseso. Un delantero centro, cualquiera, desde los prehistóricos hasta Clares y no hace falta decir que muy concretamente el brasileño Roberto (juegue como juegue) es un peón básico y obligado al que no se puede renunciar. Y así todos los esquemas de ataque barcelonistas, que los hubo, terminaron igual: rebotado y perdido el esférico en aquel cráter desértico y solitario que pedía a gritos la presencia de un potencial rematador fuese de la categoria que fuese. El cráter, implacable y siniestro, engulló a todo el Barça.

Simonsen, Rubio y Landáburu dentro del desorden intentaron el remate sin fortuna. Y sólo hacia el final del primer tiempo vimos dos jugadas dignas de recordar, un buen cabezazo de Saura, en la única acción atacante valenciana con gran intervención de Artola, y un minuto más tarde, un impresionante bolea de Simonsen que Pereira, genial, desvió muy bien a córner.

El segundo tiempo fue una repetición del primero, con las tintas más sobrecargadas, más intensa y caótica presión barcelonista, y más repliegues y triquiñuelas valencianas para perder tiempo, lo que para ellos era ganarlo. Y era ganarlo, sobre todo, por un factor importante, por el hecho de que a los 5 minutos de la reanudación, una pifia posicional de la defensa azulgrana, permitió que Pablo marcase el único gol de la noche (todos con una consciencia muy clara de que valía por dos) que consiguió alterar el ya más que alterado sistema nervioso de los locales. Pablo, aprovechando una indecisión de a defensa azulgrana, recibe en profundidad por su banda, se interna muy bien y cruza sobre el inicio de salida de Artola, sin responsabiiidad en el gol.

Pudo llegar el empate, qué duda cabe, pero no llegó. La mejor ocasión de la noche la tuvo Rexach, que tras hacer lo más meritorio, se entretuvo y malogró un gol ciaro. Y remates de Simonsen, de Esteban, de Migueli que no fueron jamás ese remate del especialista que no existía sobre el campo y en consecuencia notuvieron traducción concreta.