Ficha de partido: 30.01.1977: RCD Espanyol 3 - 0 Valencia CF

Ficha de partido

RCD Espanyol
RCD Espanyol
3 - 0
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Cuesta
30'
Descanso
45'
Manuel BotubotJesús Martínez
45'
Marañón (Pen.)
49'
Óscar Rubén ValdezLobo Diarte
72'
Ozorio
76'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Sarriá
Aforo: 44.000 espectadores
Ubicación: Barcelona (Barcelona) 
Inauguración: 18/02/1923 (Demolido en 1997)

Rival: RCD Espanyol

Records vs RCD Espanyol

Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)

Crónica

El Valencia enterró sus últimas ilusiones de liderato en Sarriá. Cayó batido por un contundente 3-0, que aún pudo ser más amplio y arrastró por el césped blanquiazul una imagen de desequilibrio, falta de fortuna y cierta desmoralización, muy distinta a la de aquel conjunto de la primera vuelta que había arrollado a los blanquiazules por 4-1. Su presencia en el feudo españolista, uno de los compromisos teóricamente más difíciles que le quedaba por solventar al once de Santamaría en Barcelona, había dedpertado lógica inquietud y derivó en justificada euforia del reducido grupo de aficionados que se sintieron conquistados muy pronto por el buen fútbol de un estado inspirado, goleador y con ráfagas de auténtica calidad.

Se esperaban goles en Sarriá porque españolistas y valencianos tienen largamente acreditada una estimable capacidad realizadora mientras que parecen compartir idéntico talón de Aquiles: su línea de cobertura. Y hubieron goles. Incluso el marcador pudo ser más generos para ambos conjuntos, pero ciertamente se repartieron de forma insospechadamente unilateral porque solo el Español halló el camino del gol con auténtico convencimiento de encontrarlo. Cabía pronosticar igualmente un mayor equlibrio que ese claro 3-0 pot el cual se sentenció el cotejo pero se unieron una serie de factores que frustaron cualquier tipo de nivelación y frustraron buena parte de la emotividad que se esperaba. De un lado la inspiración de un Español que tuvo fases en que brindo su mejor fútbol. De otro, el patente desequilibrio de un Valencia que parecía querer sin poder, que apenas coordinó entre sus líneas y que para colmo, no tuvo ni pizca de fortuna en las contadas oportunidades de que dispuso. Uno diría, sin embargo, que el desenlace no podía sorprender a quienes conocieron las características de ambos conjuntos porque en el Valencia se unían los perfiles que mejor le cuadran al Español. Un fútbol ofensivo, sin violencias extremas, con más tecnicismo que dureza y con una línea de cobertura permeable a cualquier contragolpe más o menos intencionado. Ese ha sido el Valencia de casi todos los desplazamientos y con esas premisas no podía aspirar a grandes metas en Sarriá. El Español sacó perfectamente tajada de todas las facilidades de que dispuso, no dio una sola concesión s sus contrarios y se batió siempre en una línea de acción que perseguía la rentabilidad cómo primer objetivo. Porque delante tuvo un equipo hecho a su medida...

Pudo cambiar quizá la decoración del encuentro si a los 43 segundos de haberse puesto en movimiento el balón Gato Fernández no hubiera tenido la agilidad y fortuna de desviar providencialmente un envenenado cabezazo de Diarte. A partir de aquel momento el contragolpe blanquiazul comenzó a carburar de forma muy significativa. A los 6 minutos Cuesta tuvo un vicegol en sus botas y a los 14 Balaguer se encontró con un cañonazo de Jeremías en sus manos cuando ya se cantaba el gol. No hubo fútbol de quilates en el primer tiempo, solo voluntad velocidad y deseos de triunfo compartidos por ambos equipos. El Español exhibió un enorme espiritu de combatividad y un mayor sentido de la anticipación en las jugadas que le permitió dominar territorialmente con holgura, beneficiándose de la posición retrasada de su ala derecha Solsona-Cuesta, pero con escasos elementos en vanguardia (Jeremías-Marañón). A pesar de ello abrió el marcado bordeando la media hora de juago con una jugada de tiralíneas, iniciada en Jeremía y concluida en cuesta, sinn que ningún jugador valencianista llegará a tocar el balón hasta que el extremo blanquiazul lo alojó en las mallas de Balaguer. Un gol preciso y oportuno premio a la mayor presión y mejor distribución táctica de los hombres de Santamaría sobre el terreno de juego.

No estaba decidida la suerte del choque en el descanso, pero lo estuvo poco después. Exactamente a los 3 minutos de la reanudación cuando poco después, exactamente a los 5 minutos de la reanudación, cuando Marañón transfórmó un meridiano «penalty» que tuvo que cometer Cordero sobre la línea de meta y con Balaguer batidó en el suelo. A partir de aquel instante la suerte de la confrontación estaba echada y, lo que es más importante, asistimos a la fase más brillante del fútbol blanquiazul pletórico de velocidad, picardía, sentido del contrataque, de pólvora en el área rival, de contundencia atrás. El Valencia adelantó sus líneas más por obligación que por convicción y acabó entregado a la suerte del adversario, que 17 minutos más tarde puso broche de oro a su gran racha con otro precioso tanto, esta vez obra de Osorio, tras un remate previo de Cuesta que estrelló en la escuadra, como presagio de lo que se encauzaba indefectiblemente por los derroteros de la goleada.

En ese punto, pudo concluir el encuentro. El resto fue un mero compromiso entre un Español que levantó el pie del acelerador y un Valencia cada vez más desdibujado, torpe y sin fortuna. Los hombres de Heriberto Herera no pudieron salvar ni el honor con un pírrico tanto que redujera distancia a pesar de que en el minuto 27 Diarte cabaceó con potencia al larguero y el consiguiente rechace lo alcanzó Saura para rematar por bajo estrellandose el esférico en la base del poste. Auténtica desgracia fue la imagen de este lance. Poco después Diarte abandona el terreno de juego sobre el que buena parte de las miradas estaban puestas en el debutante Botubot que tuvo una salida de caballo siciliano y paulatinamante fue entrando en el gris contexto de sus compaleros. El ex-gaditano solo admiró por su juventud y facultades. De sus 45 minutos en Sarriá, nada más se pudo extraer.