Ficha de partido
Rac. Santander
1 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
1
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Mario RegueiroJaime Gavilán
10'
Rubén González
33'
Antonio
35'
Munitis
42'
Descanso
45'
Munitis
56'
OriolRubén González
67'
David SilvaJoaquín Sánchez
70'
Miguel Ángel AnguloFernando Morientes
74'
Vitolo
74'
Scaloni
76'
VitoloAntonio
76'
Mario Regueiro
89'
Mario Regueiro
90'
Final del partido
91'
Estadio
Rival: Rac. Santander
Records vs Rac. Santander
Máximo goleador: José Vilanova (7 goles)
Goleador rival: Cisco (9 goles)
Más partidos: Miguel Ángel Angulo (14 partidos)
Mayor victoria: 8 - 1 (03.10.1954)
Mayor derrota: 0 - 5 (31.03.1935)
Más repetido: 1-2 (13 veces)
Crónica
Al Valencia no le va el Sardinero. Y, tal y como ocurrió en Balaídos, un equipo pequeño lo dejó en evidencia. Anoche, un Racing que no conocía lo que era salir airoso del Sardinero, festejó por todo lo alto el triunfo, mientras el Valencia daba un paso atrás en su peculiar mano a mano con el Barcelona. Y es que la niebla obnubiló a los jugadores. De uno y otro equipo. Ni Racing ni Valencia supieron anteponerse a la adversidad meteorológica y convirtieron los primeros cuarenta y cinco minutos en todo un tostón. Se mire por donde se mire. Ni el debut de Pallardó, ni la lesión de Gavilán ni incluso saber que el Barça le ganaba Recreativo sirvió para despertar a los valencianista que, como alma en pena, deambularon por el Sardinero. La niebla, el inoportuno invitado al espectáculo, les desconcertó y por mucho que Quique intentó alentar a los suyos y recomponer las líneas, el equipo estaba en cuerpo sobre el campo, pero de forma testimonial ya que como ocurriera en Balaídos hace trece días, de ideas y juego nada.
Tras una semana de quebraderos de cabeza, Quique apostó por Pallardó como recambio de David Albelda -¡cómo se nota su ausencia!-. Todo un reto. Y el canterano aceptó el desafío. Con Edu como pareja, el de Alaquàs aguantó el tipo. Titubeante de inicio y algo perdido en diferentes secuencias del envite, el futbolista jugó a lo que sabía, sin florituras y sin complicarse. Aprobado. Sin embargo, la complicidad que exhibió al combinar con Gavilán en los primeros minutos pronto se «esfumó», ya que con un golpe en la rodilla, el lateral en el minuto once cedió su puesto a Regueiro (golpe en la cabeza del peroné y hoy será examinado para concretar la lesión). Y ahí empezaron la dudas, justo cuando empezaba a entonarse. Sin creación en el juego del campo y con unas bandas totalmente perdidas, ni se crearon ocasiones ni se intentó merodear la portería defendida por Toño. Desconcertados por el efecto de la niebla -pululaba de un lado a otro del campo como si de un balancín se tratara-, los veintidós futbolistas se contagiaron del ambiente y, en un ataque de conformismo, se dedicaron a dejar pasar los minutos.
El Racing, al comprobar la espesura de ideas del Valencia y su acomodo, intensificó el ritmo en el arranque de la segunda parte. Totalmente volcados sobre la portería de Cañizares, lo intentaron con tiros desde la bandas, desde el centro, con balones rasos y aéreos, y claro, tanto asedio dio sus frutos, aunque de la forma más incoherente. Munitis, uno de los futbolistas más bajitos de Primera (165 centímetros), le sacó las verguenzas a Albiol y Ayala para rematar de cabeza un centro del gigante Zigic (202 centímetros). Cañizares, poco pudo hacer. Con el marcador en contra, el Valencia apeló al orgullo para recomponerse -era el primer partido en que la afición del Racing veía a su equipo momentáneamente ganar-. Se buscaba un revulsivo.
Quique, desquiciado desde la banda, sentó a un desaparecido Joaquín y colocó pegado a la cal a Silva, mientras que en el ataque le dió descanso a Morientes y sacó al polivalente Angulo. Y, justo en el momento en que desaparecía la niebla, el Valencia le tomaba el pulso al choque -ecuador de la segunda parte- Más cómodo sobre el campo, el equipo empezó a funcionar. Edu, que reaparecía tras dos semanas lesionado, se echó el equipo a la espalda y empezó a distribuir juego. Pero ayer, no era el día de las bandas. Ni de Villa. El Guaje ni olió el balón. Y claro, un equipo tan acostumbrado a rentabilizar el olfato goleador del asturiano, se quedó bloqueado. La reacción se congeló y el Racing, totalmente replegado, se limitó a aguantar como pudo los tres puntos arañados.Toda una hazaña. Se ganaba a un grande. Pero sólo de nombre.
Tras una semana de quebraderos de cabeza, Quique apostó por Pallardó como recambio de David Albelda -¡cómo se nota su ausencia!-. Todo un reto. Y el canterano aceptó el desafío. Con Edu como pareja, el de Alaquàs aguantó el tipo. Titubeante de inicio y algo perdido en diferentes secuencias del envite, el futbolista jugó a lo que sabía, sin florituras y sin complicarse. Aprobado. Sin embargo, la complicidad que exhibió al combinar con Gavilán en los primeros minutos pronto se «esfumó», ya que con un golpe en la rodilla, el lateral en el minuto once cedió su puesto a Regueiro (golpe en la cabeza del peroné y hoy será examinado para concretar la lesión). Y ahí empezaron la dudas, justo cuando empezaba a entonarse. Sin creación en el juego del campo y con unas bandas totalmente perdidas, ni se crearon ocasiones ni se intentó merodear la portería defendida por Toño. Desconcertados por el efecto de la niebla -pululaba de un lado a otro del campo como si de un balancín se tratara-, los veintidós futbolistas se contagiaron del ambiente y, en un ataque de conformismo, se dedicaron a dejar pasar los minutos.
El Racing, al comprobar la espesura de ideas del Valencia y su acomodo, intensificó el ritmo en el arranque de la segunda parte. Totalmente volcados sobre la portería de Cañizares, lo intentaron con tiros desde la bandas, desde el centro, con balones rasos y aéreos, y claro, tanto asedio dio sus frutos, aunque de la forma más incoherente. Munitis, uno de los futbolistas más bajitos de Primera (165 centímetros), le sacó las verguenzas a Albiol y Ayala para rematar de cabeza un centro del gigante Zigic (202 centímetros). Cañizares, poco pudo hacer. Con el marcador en contra, el Valencia apeló al orgullo para recomponerse -era el primer partido en que la afición del Racing veía a su equipo momentáneamente ganar-. Se buscaba un revulsivo.
Quique, desquiciado desde la banda, sentó a un desaparecido Joaquín y colocó pegado a la cal a Silva, mientras que en el ataque le dió descanso a Morientes y sacó al polivalente Angulo. Y, justo en el momento en que desaparecía la niebla, el Valencia le tomaba el pulso al choque -ecuador de la segunda parte- Más cómodo sobre el campo, el equipo empezó a funcionar. Edu, que reaparecía tras dos semanas lesionado, se echó el equipo a la espalda y empezó a distribuir juego. Pero ayer, no era el día de las bandas. Ni de Villa. El Guaje ni olió el balón. Y claro, un equipo tan acostumbrado a rentabilizar el olfato goleador del asturiano, se quedó bloqueado. La reacción se congeló y el Racing, totalmente replegado, se limitó a aguantar como pudo los tres puntos arañados.Toda una hazaña. Se ganaba a un grande. Pero sólo de nombre.