Ficha de partido: 23.04.1950: Atlético de Madrid 4 - 4 Valencia CF

Ficha de partido

At. Madrid
At. Madrid
4 - 4
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Silvestre Igoa (Pen.)
5'
Ben Barek
9'
Ben Barek
39'
Descanso
45'
Carlsson
46'
Múgica (Pen.)
49'
Pérez ZabalaDomingo
60'
Silvestre IgoaAsist: Vicente Asensi
60'
Antonio PuchadesAsist: Quiliano Gago
65'
MúgicaPenalty fallado
70'
Silvestre IgoaAsist: Antonio Fuertes
78'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Metropolitano
Aforo: 25.000 espectadores
Ubicación: Madrid (Madrid) 
Inauguración: 13/05/1923 (Demolido en 1966)

Rival: At. Madrid

Records vs At. Madrid

Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)

Crónica

La Liga no ha podido dar más de sí. Hasta el último minuto ha mantenido la indecisión, pues los empates de Madrid y Bilbao hubiesen permitido que un gol más del Valencia (en un partido en que se marcaron ocho no es demasiado uno más) cambióse el título de las manos del Atlético de Madrid a las del propio Valencia. Pero al mismo tiempo los dos empates no alteraron las distancias. Un punto para él Atlético de Madrid, otro para el Deportivo coruñés, otro para el Valencia y cada cual en su sitio sin modificarse las posiciones respectivas. Campeón, el Atlético de Madrid. Después de un comienzo flojo de la competición, una segundo vuelta muy completa y con gran regularidad, le ha permitido alcanzar el título nacional de Primera División por tercera vez.

Su partido en el Metropolitano con el Valencia no estuvo exento de dificultades para él. Marcó primero el Valencia, pero el Atlético de Madrid llegó al descanso con ventaja en el marcador, que aumentó después hasta cuatro a uno a los cuatro minutos de la segunda parte. Pero cuando parecía resuelto el partido, el Valencia fue acortando las diferencias hasta igualar a cuatro goles, faltando seis minutos, que discurrieron entre una intensa emoción, con ataques furiosos del Valencia y defensiva desesperada del Atlético madrileño.

Todo el primer tiempo fue de dirección, más todavía, de presión del conjunto madrileño. A pesar de que en la urdimbre del juego algunas zonas mostraron desde el comienzo la irregularidad de su funcionamiento. Del lado local, el esfuerzo Lozano-Farías fue harto escaso, aunque compensado por Mencía en alarde de facultades.

En el grupo valenciano, los interiores y el medio Santacatalina, taa desorientados, que ello facilitó el desbordamiento de los rojiblancos. La destreza de Ben Barek gobernó el fútbol desde el comienzo. Apagado casi por completo Carlsson, Juncosa fue, en recuperación completa, el colaborador más eficaz del negro y con el apoyo impetuoso de Mújica y Hernández, los atacantes evolucionaron constantemente en terreno rival, donde Puchades fué el alma de la defensa y del contraataque. Porque el Valencia no fue jamás un conjunto vencido, sino un once dominado, pero cuyas escapatorias imponían fases frecuentes de tremendos peligros para la desvencijada zona defensiva local, donde, por otra parte, Domingo daba señales de cierta inferioridad.

Después dé uno de esos ataques profundos de Ben Barek, que salvó Pérez con gesto arriesgado, la reacción valenciana, llevada por Igoa, alcanzó la zona peligrosa, y allí, Lozano, falto de facultades, incurrió en penalty para obstaculizar el paso del atacante; y la falta, disparada por el propio Igoa, fue, a los cinco minutos el tanto, para el Valencia.

A pesar de lo cual, la diferencia en clase y peligrosidad resultaba tan evidente, que el empate no podía tardar. Llegó cinco minutos después, tras una jugada magnifica: un golpe franco lanzado por Mújica sobre el marco fue desviado con la cabeza por Ben Barek. Y el guardemeta fue incapaz de evitar el gol. En el duelo entre atacantes atléticos y defensores valencianos, que se prolongó largo rato, Pérez, el guardameta, estuvo afortunado, pero los disparadores merecieron de picardía; y así, el forcejeo no tuvo resultado hasta cinco minutos antes de terminar, el primer tiempo: fué uno de los ágiles avances de Juncosa, que esquivó y salvó al defensa Díaz para centrar retrassdo a los pies de Ben Barek, e1 cual remató un tiro raso pegado alposte, que Pérez no hizo siquiera intención de detener.

Los diez primeros minutos de la segunda parte fueron los mejores de los noventa del plazo integro. En profundo, bien engarzado y arrebatador esfuerzo, el Atlético superó brillantemente al rival. Apenas transcurrido un minuto, Juncosa, en una espectacular internada, se infiltró para centrar sobre la marcha, dando ocasión a Carlsson para un buen remate, que fue el tercer gol del Atlético, recibido con estruendosa ovación.

La avalancha continuó, implacable el asedio, y a los cinco minutos, cuando Silva llevaba la pelota, fue derribado en el área con fuerte empujón de Monzó. El penalty, lanzado por Mújica, imparable, fue el cuarto tanto para los rojiblancos, que, envanecidos, por el triunfo, creyeron liquidado el partido y terminada la obligación de jugar. Del tremendo error iban a sacarles los del Valencia, en la media hora más angustiosa de juego que hemos presenciado.

El fuerte viento que durante la primera parte favoreció a los atléticos y que luego cambió varias veces y actuó como verdaderos remolinos, fue hacia el final nuevo acicate para los valencianos. Pero en realidad, el espíritu extraordinario, de lucha y afán de desquite, lo impuso Puchades en una de las pruebas más espectaculares que el fútbol ha ofrecido. Hasta el punto que su entusiasmo galvanizó a los compañeros, al paso que los rivales decaían rápidamente.

En un choque durísimo con Santacatalina, Mújica resultó lesionado, y la ausencia primero y ek trastrueque de puestos luego, contribuyeron a acusar la baja local, donde el negro no quería saber nada. Y sólo Juncosa y Hernández permanecían en la brecha. Porque Silva hacia de espectador. La ofensiva del Valencia logró su segundo objetivo a los dieciocho minutos. Muy oportuno y hasta decidido Igoa, remató el segundo gol, que otro guardameta se hubiera anticipado a detener. Y seguidamente, resentido Domingo de su lesión, cedió el puesto al sustituto, Pérez Zabala, cuyas intervenciones no pudieron ser menos afortunadas.

En un "córner", a los veinte minutos, el Valencia marcó el tercer gol. El envío de Gago sobre la meta produjo una tremenda confusión, que Pasieguito logró rematar. Y fue el 3-4, faltando veinticinco minutos de plazo. Una breve reacción local permitió a Juncosa, hábil internada, que hubiera terininado en gol sin la violencia de Monzó, que justamente fue sancionada con penalty. Pero lanzado esta vez e inexplicablemente por el lesionado Mújica, la pelota, flojamente, cayó en las manos de Pérez, y el Atlético todavía se desmoralizó más.

En un epílogo febril, el juego sin calidad, pero con dominio terminante del Valencia, plantó sus asaltos ante la meta donde todo, eran incertidumbres y desaciertos. Hasta que a los cuarenta minutos llegó el cuarto gol, que fue el del empate, definitivo: el avance por el ala derecha, con excelente jugada de Seguí, puso un balón ante Igoa, que éste remató1 certeramente de cabeza.

Y las jugadas de los cinco minutos postreros, sin historia, pero con insuperable emoción, fueron el tremendo forcejeo de un Atlético destrozado, pero enérgico, contra un Valencia decidido, profundo, audaz. Pero que no logró el tanto, ansiosamente buscado, que le hubiera dado el título de campeón.

Cuando el arbitro tocó el final, los espectadores, sin distinción de matices, respiraron libres de tremenda opresión. Y los valencianos fueron los primeros en acercarse a felicitar y abrazar a los que habían ganado el campeonato, como el náufrago aferrado a la tabla.