Ficha de partido: 14.12.1952: Atlético de Madrid 3 - 3 Valencia CF

Ficha de partido

At. Madrid
At. Madrid
3 - 3
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Enrique BuquéAsist: Antonio Fuertes
1'
Escudero
13'
Lozano
19'
Ben Barek
34'
Callejo
37'
Descanso
45'
Vicente Seguí (Pen.)
55'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Metropolitano
Aforo: 25.000 espectadores
Ubicación: Madrid (Madrid) 
Inauguración: 13/05/1923 (Demolido en 1966)

Rival: At. Madrid

Records vs At. Madrid

Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)

Crónica

¡Qué pena no poder afirmar que Zariquiegui es un arbitro estupendo! No lo es, o al menos el domingo estuvo el hombre bastante desigual, mal colocado en el terreno, donde estorbaba, con frecuencia, cortando a destiempo muchas veces y dejando de ver faltas que saltaban a la vista. Pero digamos, en su honor, que vio el único "penalty" de la jornada, que se pitaba en primera división contra el equipo casero. Esto, es lo bastante para que se le hiciera a la puerta de todos los estadios un monolito conmemorativo. Desde luego lo suficientemente grande para que un "hincha" furibundo no pudiera tirárselo nunca a la cabeza.

Gracias a ese penalty admirable, el Valencia se llevó del Metropolitano un punto precioso, sostenido por las asas, galantemente, por Carlsson y Ben Barek, que, con prudencia digna de toda alabanza, no quisieron extremar sus acciones ofensivas para que jamás pudiera decirse de ellos que son descorteses con los visitantes. Tal vez el moreno temió que alguien pudiera creer que pertenecía a la secta del Mau-Mau, si mostraba mayor, crueldad agresiva, y sus acciones discurrieron casi siempre en esa zona templada, en la que se coloca para no tener que molestarse en recoger la "leña" que los defensas valencianos ofreden siempre cariñosamente a los delanteros qué les visitan en el área, a fin de que ellos, a diferencia de los directores de Graduadas de Madrid, no tengan problemas con la calefacción.

La cosa es que los "ches", cómo muchas de las veces que juegan aquí, se llevaron un empate precioso, sin tener que molestarse en hacer eso que los entendidos llaman buen juego. Les bastó ser pegajosos, cortar enérgicamente el floripondeo de la delantera madrileña, demasiado acostumbrada a amagar tres veces para, tocar el balón una, y verse favorecidos por Lozano y Zariquiegui, que les ofrecieron, siempre cumplidos dos provechosos góles a maneras de "Christmas Card" o felicitación de pascuas.

Hacía un frío que se las pelaba y los valencianos, que traían calorías de su tierra, aprovecharon el primer minuto de encogimiento atlético para avanzar, después de un par de jugadas, facilitar la pelota a Fuertes, que estaba colocado en punta, tal vez solo por llevar la contraria al selecionador nacional, recoger aquél, en la misma línea de los defensas el balón, ceder a Buqué, y éste, finamente, como si fuera un ramo de flores, adornar con él la casilla, donde Zamora "petit" componía la figura.

Esto, realmente, no se podía, consentir, pero los atléticos tuvieron que soportarlo durante un buen cuarto de hora, porque los valencianos, crecidos, se plantaban frecuentemente en, las cercanías de la meta madrileña, y unas veces Fuertes y otras Puchades, empujando desde atrás, embrollaban las acciones del trío defensivo local, en el que Verde no cubría todo el terreno que le estaba encomendado, descolorando a Lozano.

Pero a los catorce minutos de juego, Carlsson, muy retrasado, se apoderaba del balón en un rebote, y casi sin mirar daba un pase profundo, vertical a la meta contraria, un pase de los de antes, que Escudero, en buen "sprint", recogía, desbordando a Monzó. El rápido pedaleo del delantero local dejaba detrás al defensa valenciano y provocaba la salida de Quique, que no tenía tiempo más que de dar dos pasos, porque Escudero, raso, y casi sin desviar la pelota, se la colaba en la red por su derecha, consiguiendo el empate.

Dicen que poco dura la alegría en casa de los pobres, y así es. Tras unas jugadas del Atlético, muy animada, en una de las cuales Seguí se lleva un buen coscorrón, los valencianos se internan. Lozano, apurado, coge la pelota en el área de gol, se vuelve, e inesperadamente, la pasa rasa y colocada al palo de su propia puerta. Zamora se tira, pero él balón entra en la meta, ante la consternación de sus partidarios.

El partido comienza a ponerse feo y los chicos del Atlético aprietan, especialmente por el ala izquierda, en la que Callejo juega prodigiosamente. Lo, malo, es que los interiores tienen la suprema modestia de no ambicionar goles y que, por otro lado, Quique, unas veces mal, otras estupendo, se queda con la pelota casi siempre que llega a sus dominios.

Puchades está tardón y deja un hueco en el centro del terreno, que aprovecha Ben Barek para proveer de balones a Escudero y Calleja. Fruto de esta situación es el gol del empate que consigue el propio negro en el mejor avance conjunto de toda la delantera madrileña. El balón, después de ser tocado por varios jugadores de los dos bandos, llega claro al moreno, que lo chuta, cruzado, lejos del alcance de Quique, a la red. Y como hay ratos felices, poco después, en otra internada madrileña, Carlsson cede la pelota en pase retrasado, a media altura, y Callejo, que en aquel momento se interna a toda velocidad, salta, y en una media tijera agilísima, amaga con la izquierda y coloca con la derecha el balón, íuerte y cruzado, en la casilla valenciana.

La cosa parece estar clara. El Atlético, que ha jugado mejor, debe ganar y hasta conseguir más goles. Pero en la segunda parte, cuando los madrileños están haciendo encaje de bolillos, bien es verdad que a favor de estar lesionados Fuertes, Badenes y Díaz, que ha abandonado la defensa para irse al extremo, se arma un poquito de follón ante la puerta atlética y Zariquiegui, que ve por los suelos a Badenes, Maño, Lozano y Mencía silba un "penalty" asombroso, que Seguí tira raso por su derecha. Zamora, ágil y con vista, hace un "plongeon" y golpea a la pelota con el puño, pero ésta se eleva y entra, casi rozando el larguero. Es el empate definitivo.

Los treinta y cinco minutos restantes carecen de historia. El Valencia se repliega, y Silva, plantado en la línea central del terreno, se obstina en lanzar balones a la izquierda. Es cierto que Callejo es el mejor hombre sobre el campo, pero también lo es que la rejilla de cinco jugadores que ponen por ese lado los blancos es más impenetrable que celosía de clausura. Como no se le ocurre al buen medio atlético sorprender a sus rivales con algún cambio de juego brusco, que permita colarse a Miguel, y como Carlsson y Ben Barek siguen bailando su rigodón en la antesala, no hay goles, el público grita, el viento sopla, el tiempo pasa y Zariquiegui pita el final, quizá tan solo para que los "forofos" le piten a él y de qué manera.

Así se van las alegrías y los "ches", tan contentos, se apuntan un empate más en su buen saldo de actuaciones en el Metropolitano. No pasó el partido de ser mediocre. El Atlético jugó más que el Valencia, sobre todo cuanto éste se limitó a destruir y aguantar, pero no supo crear una línea, de juego que rompiera la defensiva levantina. Los nuevos estilos han creado estas extrañas situaciones de impotencia en que un equipo que juega más no consigue marcar goles. Se abusa del pase corto entre el llamado "cuadro mágico" y se ha abandonado por completo aquel viril repartir juego a las alas en profundos y largos pases verticales medidos y templados a los extremos. El resultado es que ya nadie o casi nadie remata sobre la marcha un buen centro retrasado. Que los extremos no se van ni una vea al banderín para girar allí y tirar templado a media altura, mientras cuatro compañeros, a toda marcha, se lanzan al remate. Resultado: mal fútbol a fuerza de cerebro.

En el Atlético, el mejor, con mucha diferencia, Callejo. Miguel, bien; Escudero, borroso, y los interiores, demasiado conservadores. Silva, monótono, dando juego sin imaginación ni capacidad para la sorpresa. Hernández, batallador. Verde, estrecho para la anchura del puesto central de la defensa. Mencía, bien, y Lozano, regular. Zamora hizo etisas de principiante, pero sabe coger la pelota con soltura y promete llegar a ser un buen guardameta. El Valencia respondió a sus habituales características. Puchades y Sendra, puntales de su juego sobrio y eficaz, estuvieron bajos ayer. La defensa fue dura, pegajosa y más bien torpe, y la delantera quedó desorganizada por las lesiones de Fuertes y Badenes. Buqué es oportunista y bullidor, y Seguí estuvo bien en sus dos cometidos.