Ficha de partido: 25.10.1953: Valencia CF 4 - 1 Atlético de Madrid

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
4 - 1
At. Madrid
At. Madrid

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Faas WilkesAsist: Enrique Buqué
15'
Descanso
45'
Molina
51'
Faas WilkesAsist: Vicente Seguí
60'
Bernardino Pasieguito (Pen.)
66'
Faas Wilkes
88'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: At. Madrid

Records vs At. Madrid

Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)

Crónica

El Valencia y el Atlético de Madrid ofrecieron una buena tarde de fútbol, en un partido en el que netamente superiores los de casa, vencieron por cuatro tantos a uno.

Acosó al principio el Atlético, que logró forzar dos "corners". Pero el buen juego de la delantera local, sobre todo por parte de Wilkes, fue nivelando el desarrollo de la contienda hasta que el propio holandés, en jugada personal, conseguía al cuarto de hora el primer gol para el Valencia. Siguieron alternativas de juego, con mayor profundidad en el ataque blanco, que creó numerosas situaciones de peligro y emoción en él área madrileña, hasta convertirse en manifiesta presión local, que fue la tónica en el cuarto de hora que precedió al descanso, al que se llegó sin más variaciones.

Se reanudó el juego con acoso valencianista, pero una escapada de Molina, que remató de cerca y cruzado, valió el empate a los cinco minutos. Hubo a continuación contraataque valencianista, poniéndose cerco durante unos minutos a la puerta atlética, ante la que se sucedían forcejeos muy laboriosos y de desenlace incierto, en uno de los cuales, a la salida de un corner, Wilkes deshacía la igualada con un segundo gol, a los quince minutos.

Mediado el segundo tiempo exactamente, Pasieguito marcaba el tercer gol, de "penalty", por mano de Cobo. Salvo aislados avances forasteros, el dominio valencianista fue ya abrumador, lo que tres minutos antes del final se tradujo en el cuarto y último gol, obra de Wilkes, que produjo gran entusiasmo y supuso una clamorosa ovación al retirarse al vestuario el jugador holandés.

Si había alguna duda acerca, de la calidad del jugador holandés Wilkes, habrá quedado totalmente disipada después de esta última actuación suya. Y aunque no sea muy académico en su estilo el comienzo de este comentario al encuentro entre valencianistas y atléticos, la verdad es que casi todo cuanto del partido pueda contarse habrá necesariamente de referirse al jugador extranjero. Autor material de tres goles, de tres magníficos goles, que elaboró personalmente, y creador de tantas y tantas jugadas, que merecieron serlo también, Wilkes, con su dominio del balón, endiabladas arrancadas, asombrosa facilidad para driblar y rematador portentoso, ha sido la nota culminante del partido. No ha de extrañar, pues, que en lo sucesivo apenas preocupe la designación de sus colaboradores en el ataque contal de que todos, de acuerdo, presten su cooperación al genial jugador.

Y así ocurrió ya en este encuentro, en que Quincoces dio a los delanteros una numeración bastante lógica, en relación con habituales alineaciones, para en el terreno de juego ordenar actuar a la línea con Seguí, Buqué, Wilkes. Pía y Sócrates. O lo que es lo mismo, cuatro buenos peones de brega (no importaba colocarlos en puestos distintos a los acostumbrados) que laboraran para y por el nuevo e improvisado delantero centro. Porque, sin duda alguna, y dada la tónica de juego del holandés, es en ese puesto donde rinde más. Por la más amplia zona de que dispone para el desmarque, ya que, sabido es, sus jugadas las inicia desde bastante atrás.

Tres goles, repetimos, de antología, incluso a balón parado, que como el último de la tarde promovió delirante entusiasmo en el público, con flamear de pañuelos y abrazos y felicitaciones, incluso una muy deportiva de Ben Barek, para al final, como ya ocurrió en el intermedio, al retirarse al vestuario, escuchar una verdadera ovación de gala.

Y dicho ya lo que fue nota descollante de los noventa minutos de juego, no sería justo silenciar el eficaz y afanoso rendimiento de un Valencia que, aun cuando, digamos también la verdad, no recuperado del todo, ofreció en esta ocasión cosas muy brillantes de Pasieguito y Puchades, especialmente, así como de Monzó, Seguí y el bisoño Pla.

Enfrente, un Atlético de Madrid bastante bien conjuntado, con rapidez de juego y la calidad de siempre de Silva, el mejor de su bando, no desmereciendo apenas los demás, pues si Ben Barek, lució menos que otras veces por el estrecho mareaje a que le sometió Puchades, reafirmó, en cambio, su gran clase para los pases de balón. Claro que tampoco la defensa, correcta en todo momento, pudo desenvolverse con holgura y hasta veces hubo que parecía resignarse ante su impotencia para contener las ráfagas incisivas e impulso de Wilkes.

Al principio, incluso, después del primer gol valencianista, tomaron él timón los rojiblancos, malográndolo la parquedad en el remate o la mala dirección del mismo. Ya en juego vino la avalancha blanca, con un fuerte chupinazo de Wilkes, con honores de gol, y casi a continuación un disparo de Pla enviando la pelota a las manos del portero, quien un minuto antes del descanso blocaba otro tiro fortísimo del holandés.

El empate, a poco de comenzar la segunda parte, animó a los madrileños, menudeando ahora el disparo a puerta, uno desde lejos, a cargo de Molina, autor de la igualada, que pudo ser el de la ventaja. Pero los de casa volvieron a la carga, y al deshacer la igualada y peco después aumentar la distancia con el tercer gol, de "penalty", los rojiblancos se descorazonaron. "Penalty" que el arbitro no pudo apreciar por encontrarse lejos, decretándolo al señalarlo el juez de linea. De todos modos, no puede descartarse una rigurosa severidad del castigo. A partir de este momento hubo fuego a discreción por la artillería local, con material para más goles, además del que, terminando la contienda, marcó Wilkes de modo espléndido.

Llegó el final, y con él el apoteosis en honor del jugador de la tarde, de cuya brillante actuación podría decirse tuvieron la culpa los rojiblancos, ya que méritos hicieron también para un mejor resultado. El partido fue pródigo en remates, lanzándose con ventaja para el Valencia nueve por seis. Balcells no tuvo dificultades en su arbitraje, y hubo largos períodos en que casi pasó inadvertida su presencia.